lunes, marzo 26

El innegable placer de llorar


Todo comienza en la garganta, ese áspero trago que no puede pasar y sale por los ojos. Córtazar enseña un poco a llorar más bien silencio, decorosa y pudorosamente como negando el posible placer que trae un poco de agua salada que nadie puede detener ruede de las cuencas.

El mejor llanto es el que viene sin estímulos inmediatos o más bien obvios como una mala noticia, un golpe inesperado en el dedo pequeño del pie o una poderosa carcajada por que no sólo de dolor se llora, incluso parece hasta desperdiciado sólo llorar cuando la pena, la tristeza o dolor se presentan o peor aún cuando lo hacen que parezca signo de debilidad.

Llorar es un placer para los valientes, llorar es el momento íntimo y romántico con el cuerpo; es como un gran abrazo propio que incluso otros quieren robar ya que tal parece que evitar las lagrimas o detenerlas a una persona es un acto heroico que más bien yo veo como un robo, un robo de placer.

Mejor como dice la canción.... Déjenme si estoy llorando.