Por estos días me es difícil reírme a ratos, y hablándose de mí sí que es algo para preocuparse. Hace rato fue uno de esos momentos, ese hueco en la panza que te hace primero renegar y luego berrear un rato hasta dejarte pues igual... sólo con un cachito menos de ganas de reirte.
Veracruz fué casi todo desgracias sobre desgracias; peleas que hubo por mi ausencia allá, mí accidente, la destrucción del lavabo del baño, la insesante apatía de la mayoria de la gente... y hace poco que fuí por mis cosas darme cuenta de que me robaron varios objetos no solo de valor monetario sino sentimental. Lo único que me quedaba de Veracruz era un llavero que compré en el olorosísimo puerto de Veracruz.
Hoy que fui por los duplicados de la casa donde estoy ahora, me di cuenta que también me fue robado el llavero, o se cayó o lo que sea pero ya no esta en mis llaves. No se cómo pero algo en el universo me dice que definitivamente Veracruz no es para mí y ya debo dejar de pensar en eso. Ya no tengo nada de allá, más bien me ha quitado mucho más de lo que me dió por no decir que fue nada.
Sin ahorros, sin menisco, sin caminar, sin mis cosas, sin algunos amigos, sin ganas, sin mi risa. En verdad que necesito que algo bueno me pase, aunque sea encontrarme 5 pesos en la banqueta pero algo... antes de que termine verdaderamente por perderme.
Con ese llavero ya se fue lo último que me quedaba de allá y lo que allá fue.
Adiós, adiós Veracruz.
